jueves, 3 de junio de 2021

La escriba de Castro


 
  Una vez en un sitio web que ahora no viene el caso, alguien nombró a esta reportera como “escriba de Castro” por defender el legado de Fidel y reflejar, por aquellos días la presencia de Raúl y sus palabras en un acto por el Día de la Rebeldía Nacional.
  Es que los que comparten mi generación siempre vimos a Raúl de verde olivo, evocando las ideas de Fidel con argumentos, en constante instrumentación de su pensamiento claro y preciso.
  Raúl Modesto Castro Ruz fue al Día de la Santa Ana y cuando lo detuvieron en el hervidero todo que se convirtió la eterna ciudad de Santiago de Cuba, se echó la culpa para proteger a Fidel.
  Siempre me llamó la atención aquella histórica foto, cuando el grupo salía del presidio Modelo, en la otrora Isla de Pinos, después de la “prisión fecunda”, él tan joven, guapo, involucrado en esos trajines de cambiar el mundo, luchar por la justicia, ansiar la libertad sin tener dueños.
  Desde muy pequeño acompañó a Fidel en sus andadas por la finca de “los viejos”, en las calles de Santiago de Cuba dejó su impronta de adolescente y el temperamento de hierro que se formaba.
  Al triunfo de enero llegó con poca barba, mucha juventud e infinita voluntad de echar a andar el carro. Siempre de verde olivo, en las buenas y en las malas.
  Girón, el Octubre de conflagración, zafras del pueblo, el mismo pueblo combatiente, el enemigo de frente y solapado, lo tuvieron entre los primeros.
  Planes de atentados, de desestabilización, campañas difamatorias...y él aquí, siempre de verde olivo.
  En las Fuerzas Armadas Revolucionarias, en el período especial más duro, con el ejemplo incalculable, con el oído pegado a la tierra, sin descansar.
  Raúl escucha, atiende, probada está su estrategia. Logró con inteligencia el restablecimiento de relaciones diplomáticas con el país más poderoso, sin claudicar, sin condiciones. Y recibió en Cuba revolucionaria al primer Presidente de los Estados Unidos que visitó la Isla después de enero de 1959.
  Al pueblo le dio el pecho para anunciar la partida del Comandante en Jefe, y a Santiago volvió para el adiós al hermano, allí al lado de Martí, sitio sagrado de la Patria.
  Su modestia a toda prueba la reafirmó el día en que anunció que concluiría su mandato, que se abriría paso otra generación para conducir al país, el país que fundó y salvó con aquellos barbudos que crecieron en el Granma, que pelearon en las montañas, que sobrevivieron a las huestes de un dictador nombrado Fulgencio Batista y lograron la victoria rebelde.
  Un hombre rudo, sin embargo anunció que su último viaje lo haría al Segundo Frente, junto al amor que encontró entre los montes, su Vilma querida que dio lecciones al mundo, en tiempos difíciles.
  Junto a su pueblo “halando parejo” llega Raúl a los 90 junios, en un mundo hoy convulso. Cuba reordena el modelo económico y se suma a las muchas voces que exigen equidad, él dejó bien claro, porque cree en sus palabras, que es el socialismo el sistema más justo de la tierra.
  Hace tiempo me llamaron “escriba de Castro”, ¡Cuánto honor me hacen!, esa palabra proviene del latín: scriba. En hebreo so.fér, procede de una raíz que significa contar y se traduce en secretario, escribano, copista, y la palabra griega gran.ma.téus se traduce escriba, instructor público, el término alude a una persona instruida, ojala y hubiera estado más cerca de Raúl Castro.
 

jueves, 28 de enero de 2021

Romanza de enero


  Te levantas y tienes que salir a la calle a cumplir con tu función social, esa de mantener a los otros informados, de decir la verdad, de andar a la “viva” porque los tiempos no creen en fantasmas, desde hace casi un año un potente virus azota y mata, el país, como el mundo vive una crisis de la economía y arrecia el infame bloqueo impuesto por un sistema que pierde prestigio a diario.

  Sales y te encuentras a mucha gente arriesgando el pellejo para salvar la vida de otros que se contagiaron. Personas que tienen hijos, padres, hermanos, parejas, amigos y vecinos y hace casi un año no los abrazan, no los besan, hablan de lejos, solo pueden reunirse en familia cuando un día detrás del otro trae la prueba negativa, y el asilamiento establecido por los protocolos.

  Cumples con las medidas de bioseguridad, las manos ásperas de tantas soluciones alcohólicas, desinfectantes, los labios secos, detrás de la mascarilla que pierde el color a causa del cloro, del sol, la sonrisa cubierta y los ojos que lo miran todo: al que anda sin la debida protección a riesgo de contagiar a sus semejantes, los que persisten en hacer colas, aglomerarse, revender productos que son escasos, a la muchacha que patrulla el parque, a quienes, a pesar de todo, escriben poesía.

  Te vas a tomar el pulso a la vida, y allá en cualquier punto cardinal del territorio donde vives aparece un jovencito, recién graduado de ingeniero en la Universidad, que vive en una localidad distante, que amanece embarrado de grasa y hollín porque hay que producir azúcar, esa que se exporta para que entre un “dinerito” al país y se pueda comprar, haciendo malabares, la medicina para un niño que espera en la sala de un hospital con la cabeza calva.

  Piensas en que tienes a un hijo cerca que no sale de casa, que estudia una carrera en la universidad y sueña con volver a las aulas con sus amigos, compañeros, profesores, satisfacer la necesidad del conocimiento, el otro a 100 kilómetros, sin la mínima idea de cuando puedas abrazarlo y compartir con los nietos que crecen sin apenas conocerte.

  Ahora mismo los hay en una sala de terapia intensiva arrugando el seño porque la paciente asmática está crítica, y se entera que aunque bajó la cifra de contagios por el mortal virus, un colega de 49 años perdió su vida, valiosa, llena de proyectos, y te jode cuando te enteras que un grupito de desalmados, inconscientes en pleno rebrote, fueron a protagonizar un espectáculo y tratar de desestabilizar la institucionalidad en un estado de derecho con una carta magna transformadora, y refrendada por una pila de coterráneos.

  Más tarde cuando tienes tiempo de echar una mirada a las redes sociales, esas que inventaron los poderosos para manipular a los ingenuos, te das cuenta que el show estaba preparado, ensayado y anunciado, que la Embajada del país más poderoso (y ahora mismo desprestigiado) se “preocupa” por la “violencia” contra unos “pacíficos” jóvenes…

  No te queda de otra que volver al Maestro, el que nació hace 168 años; pero que escribió anoche para alertarnos: "Pero no augura, sino certifica, el que observa cómo en los Estados Unidos, en vez de apretarse las causas de unión, se aflojan; en vez de resolverse los problemas de la humanidad, se reproducen; en vez de amalgamarse en la política nacional las localidades, la dividen y la enconan"