![]() |
foto tomada de Cubadebate |
Nunca lo supo. Claro,
tal vez lo vi un par de veces por La Habana, ciudad a la que acudía
frecuentemente. Pero me acompañaba siempre.
Lo llevaba en mi
maleta, cuando asistía a las clases de periodismo al edifico de Zapata y G, en
la capital de Cuba, allí donde aprendíamos y aprehendíamos el mejor oficio de
mundo y compartíamos aulas con futuros filólogos e historiadores del arte.
Me escolta en noches
largas, cuando el sueño no aparece y él dispuesto, detrás de algunas hojas
amarillas me revive las ansias de seguir leyendo.
No es capaz de
dejarme sola, si no cabe en la carpeta, tal vez en la cartera negra, o sino lo llevo
en los brazos.
Lo conocía desde
casi niña, mi primo mayor y querido tampoco podía, ni puede, estar lejos de
Macondo. Ursula es nombre común para ambos y también Melquíades, somos
cómplices y, entre muchas cosas comunes, también distinguimos al colombiano universal.
Entonces, por qué
pensar qué se ha ido? Ahora mismo me
conduce, justo en mi mesa de noche, bien cerca de la cama por si me despierto…