jueves, 17 de abril de 2014

El Gabo que me conduce…



foto tomada de Cubadebate


  Nunca lo supo. Claro, tal vez lo vi un par de veces por La Habana, ciudad a la que acudía frecuentemente.  Pero me acompañaba siempre.
  Lo llevaba en mi maleta, cuando asistía a las clases de periodismo al edifico de Zapata y G, en la capital de Cuba, allí donde aprendíamos y aprehendíamos el mejor oficio de mundo y compartíamos aulas con futuros filólogos e historiadores del arte.
  Me escolta en noches largas, cuando el sueño no aparece y él dispuesto, detrás de algunas hojas amarillas me revive las ansias de seguir leyendo.
  No es capaz de dejarme sola, si no cabe en la carpeta, tal vez en la cartera negra, o sino lo llevo en los brazos.
  Lo conocía desde casi niña, mi primo mayor y querido tampoco podía, ni puede, estar lejos de Macondo. Ursula es nombre común para ambos y también Melquíades, somos cómplices y, entre muchas cosas comunes, también  distinguimos  al colombiano universal.
  Entonces, por qué pensar  qué se ha ido? Ahora mismo me conduce, justo en mi mesa de noche, bien cerca de la cama por si me despierto…