miércoles, 21 de junio de 2017

El discurso arcaico de Trump que no asombra (+fotos)





fotos tomadas de Internet

  El presidente de los Estados Unidos Donald Trump escogió, para hablar en la Florida sobre sus cambios de política hacia Cuba, un teatro que lleva el nombre de Manuel Artime, connotado contrarrevolucionario, Jefe Civil de la Brigada 2506, entiéndase los mercenarios que organizados y financiados por la Agencia Central de los Estados Unidos (CIA) desembarcaron en Cuba, el 17 de abril de 1961 con el fin de echar abajo a la naciente Revolución. Claro el acontecimiento pasó a la historia como la primera derrota del imperialismo yanqui en América Latina, y Artime tuvo que salir canjeado por alimentos para niños y vivir del cuento en la Florida.
 Trump no asombra con sus palabras arcaicas, ni sus gestos grotescos ni sus miles de veces que dio gracias…gracias? A quién? A unos espectadores tan arcaicos como él, una minoría que se fue de Cuba y ha vivido todos estos años a cuenta de organizar campañas contra la Revolución, recaudar dinero para “la causa” con un pensamiento tan obcecado que no les permite ver ni un centímetro delante de sus narices.


  Mal asesorado, con una insolencia que raya en la ridiculez, qué pudo estar pensando el magnate estadunidense cuando arrojaba una mentira tras otras sobre la Isla, sobre su gente y faltaba el respeto al pueblo de Cuba, sin el menor asomo de ética, de diplomacia o de honestidad.
  El pueblo cubano ha pasado por las verdes y las maduras, lleva resistiendo una pila de años las consecuencias de sucesivas administraciones norteamericanas empecinadas en hacernos rendir por el bloqueo impuesto, justamente en el año 1962. La gente de mi país no ha dejado de sonreír, ni ha perdido el sueño por las escandalosas palabras del mandatario, sabe que Barack Obama, quien firmó el acuerdo bilateral con Cuba para la normalización de las relaciones entre ambas naciones, no es un santo, en sus palabras “encantadoras” también estaban agazapadas la injerencia y prepotencia; pero se dio cuenta que era obsoleta la política hostil contra el gobierno de La Habana.
  Mi pueblo sabe, porque bien clarito lo dejó el Che Guevara, que al imperialismo no le podemos dar ni un “tantico”, y los norteamericanos, en su mayoría, vieron bien el entendimiento, el restablecimiento de relaciones y quieren viajar a Cuba para conocer y tocar de cerca sus verdades, no las que le cuentan los consorcios mediáticos siempre distorsionando todo lo que huela a justicia y libertad.
  Ya bien nos amarramos los pantalones en la década del 90 cuando Fidel, valiente y honesto, nos anunciaba un “período especial” después del desmoronamiento de la entonces Unión Soviética, y estamos aquí haciendo camino, empujando juntos el carro para que no se estanque. Que hay que perfeccionar muchas cosas, es cierto, qué nos faltan otras, verdad, que hay que acabar con ciertas burocracias, con los que quieren vivir mejor a cuenta de los demás, con los que se corrompen y estiran los brazos para llevarse a otros, también es cierto; pero la verdad, verdadera, es que todo eso lo tenemos que solucionar nosotros, los que vivimos aquí, los que nos comemos el cable todos los días. O me van a decir que Trump y el séquito vejestorio que le aplaudía y gritaba USA, en el teatro con el nombre de mercenario, son la solución a nuestros problemas, que dicho sea de paso, son mínimos al lado de los que se suceden cotidianamente en esa sociedad “libre” de donde proviene el discursito.
 En este país donde nací, vivo y ejerzo mi profesión, no he visto ningún desaparecido, ni torturado, ni reprimido. Hay leyes, como en todas partes, que hay que cumplir y quien las viole tiene que responder por su irresponsabilidad; pero Cuba tiene un programa social inclusivo, donde todos tenemos derechos y deberes sin distinción de género, raza, religión o credo.
  Que no me vengan con cuentos aquellos que se denominan “opositores” y viven de las migajas que les mandan los que están allá existiendo de sus “campañas”, todos están des caracterizados por mercenarios.
  Todavía nos duelen los que fueron a dar la vida en Playa Girón, sin pedir nada a cambio, nos duelen los muchachos, casi niños, que asesinaron por el delito de enseñar a leer y escribir a los campesinos, no se olvidan los esgrimistas campeones del avión que sabotearon en Barbados, ni los pescadores que asaltaron en alta mar, ni el joven que ametrallaron vigilante en la frontera con la ilegal Base Naval de Guantánamo, ni los niños que cerraron los ojos cuando la epidemia del dengue hemorrágico…Sería larga la lista de nuestras víctimas del terrorismo de estado.
  “Fuertemente restringiremos los dólares estadounidenses que vayan a los militares y a los servicios de inteligencia… Aplicaremos la prohibición sobre el turismo. Aplicaremos el bloqueodijo el magnate ante aquel auditorio de  violín desafinado, como si fuera un super hombre, o tuviera todo el poder para aplastar a los demás.
  Aquí nadie dejó de dormir, el día que Trump fue a Miami a complacer a sus sirvientes, en Cuba los estudiantes hacían pruebas finales de curso, los hoteles estaban llenos de gente, los campesinos cultivaban la tierra, los aviones seguían aterrizando y despegando de los aeropuertos, y yo estaba disfrutando de un concierto mágico de flauta y piano…

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