Cuba entera se quedó sin corriente. Una avería en la Central Termoeléctrica Antonio Guiteras, de Matanzas, provocó la caida del sistema electro energético, desde occidente a oriente y viceversa.
En el hospital donde velo por la salud de mi hijo menor, de inmediato se activó el grupo electrógeno y siguieron funcionando los ventiladores de la terapia, los equipos de ultrasonido y todo lo que permite vitalidad en los servicios tan importantes de la salud pública.
Con la poca, o casi nula conexión del teléfono móvil, he logrado mantenerme al tanto de las noticias, compartir en las redes sociales y estar en contacto con los colegas y directivos del medio de prensa donde trabajo.
En el hospital Comandante Manuel Fajardo, de La Habana, la atención es esmerada, profesional y humana. El personal médico, paramédico, de servicio, todos en función de la dinámica cotidiana, hacen análisis, evalúan historias clínicas, limpian los pasillos y salas, cambian sueros e inyectan medicamentos, los que hay, los que se pueden obtener, a pesar del cerco al que estamos sometidos los cubanos.
Se fue la luz, el clima está inestable, llueve a intervalos, los trabajadores eléctricos no durmieron, en el despacho nacional de carga la intensidad del trabajo se siente, el Presidente Díaz-Canel pendiente y presente.
Es Cuba, la guerrera de siempre, la que se levanta con su gente honesta y honorable, trabajadora, que a veces pierde la paciencia por errores internos, decisiones en momentos duros; pero que resiste el brutal cerco.
Hay culpables dentro que no gestionan bien, responsables de problemáticas cotidianas y para eso se están ordenando los asuntos; pero los culpables mayores, están soltando mucho dinero para desestabilizar a la Isla pequeña en el mar Caribe intenso de los huracanes.
Se fue la luz, mis colegas han hecho malabares para mantener las plataformas comunicativas vitales y ofrecer la información inmediata a quienes quieren saber por qué ya el apagón sobrepasó los límites, en un solo auto se trasladaron editores, redactores, periodistas, fotógrafos, técnicos. Hubo quien buscó la cobertura del móvil en una "lomita" para que la indicación llegara a tiempo.
Se fue la luz y la doctora Marta llegó bajo una sombrilla con una crema sanadora, "que su abuela siempre recomendaba" para aliviar el hematoma en el brazo de mi hijo, que sale poco a poco del dengue...
Difícil está la situación; pero perdí la cuenta de los sueros que pusieron a mi hijo para mantener la hidratación, de los análisis que hicieron a cualquier hora para contar plaquetas, de la solidaridad humana de otros pacientes y acompañantes, de la constante preocupación de todos y todas en la sala, de las manos amigas que enviaron mensajes, de las llamadas constantes, a pesar de que se fue la luz.
Los refrigeradores ya no son fríos, hay silencio inusual de sábado, se recuperará paulatinamente el sistema electro energético en el país, lo cotidiano sobrepasa las buenas voluntades; pero ¿quién dijo que vamos a bajar los brazos? Creo, que en efecto deberíamos tirar piedras y sonar calderos contra los que no dejan a Cuba vivir en paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario