viernes, 22 de julio de 2011

El Ingenio…(Fotos+Vídeo)

Locomotora de vapor, objeto museable, del Ingenio España Republicana
 (Crónicas de mi Aldea IX)

  El ingenio...
  Está en el mismo lugar,  pero el sitio casi vacío…
  Cuando empezaba la zafra en el Central España Republicana hacían una fiesta.
  La gente sacaba de cajones, escaparates y closet lo más nuevo y elegante. Las mujeres iban a la peluquería, mientras los grandes tanques de 55 galones enfriaban cerveza…
  El olor a “melao” quedaba suspendido en el ambiente, el humo de las dos chimeneas gigantescas anunciaba la molienda.
Entrada al ingenio por la vía de acceso desde la carretera central
  La caña llegaba por ferrocarril, en camiones, o en carretas tiradas por bueyes.  Estos pudieron ser  “Primavera” y “Flor de Mayo” quienes sumisos y puntuales, llevaban su carga fresca, cortada a mano por los macheteros de la finca El Cometa.
  En aquella época, la que recuerda con memoria fotográfica Bárbara María, el Central España era la fábrica de azúcar más grande de la provincia de Matanzas,  su producción constituía casi el 15 por ciento del total de la del territorio y sus dos tándems eran capaces de tragar en cada jornada 750 mil arrobas de caña.
  Azúcar crudo, refino, dextrana (derivado de la caña. Polímero de la glucosa que tiene múltiples usos en la industria farmacéutica, de cosméticos y del petróleo) y mieles constituían la producción de la fábrica que empleaba a más de 300 obreros, desde el basculador, molinos, hornos, calderas, tachos, centrífugas, refinería, almacenes, talleres de maquinado, transporte y todo el engranaje necesario para que un ingenio funcione, o muela caña, que es lo mismo.
Un ángulo diferente de la fotógrafa  Marisol Ruiz
  Había que ver un turno del central en pleno apogeo, en el laboratorio los técnicos valoraban pol, Ph, color, temperatura…las auxiliares iban de un lado a otro recolectando muestras del guarapo, el cristal en los tachos, el color del granito de azúcar tibio, transparente…casi perfecto...
  En los hornos, pendientes los hombres de que no faltara la energía, cuando el tacho botaba una templa sonaba un silbato y avisaba al maestro de azúcar.  
  La sala de control recibía y enviaba datos, cifras, cálculos, por aquel teletipo de la Segunda Guerra Mundial que sonaba tan alto como un tren en la vía férrea…
Otra vista de la entrada al Central España Republicana
  En el patio del ferrocarril se cambiaban chuchos, llegaban trenes, salían vagones vacíos listos para la carga nuevamente…un ciclo vivo aquel de la caña cortada en trozos pequeños por las cuchillas en los molinos que concluía en la blanca azúcar, lista para endulzar el café…
  Las romanas  con sus grandes pesas para contar cada una de las arrobas de la caña.
  En las oficinas, gente nada burócrata…garantizaba  recursos humanos, nóminas, controlaban cuentas por pagar, por cobrar, balances económicos, saldos, debitos y créditos. El laboratorio reproductor de entomófagos, control biológico para plagas y enfermedades en la gramínea. Todo funcionaba como la maquinaria engrasada de un estupendo reloj suizo.
La mole de hierro...vacía
  Lo mejor, la gente. Trabajadores honrados, de familias humildes y dignas. Sus hijos iban a la escuela, las esposas eran las maestras, tenderas, costureras en el taller que cosía sacos para envasar azúcar, o se desempeñaban como oficinistas, contadoras, secretarias, recogedoras de muestras en el laboratorio, o simplemente preparaban almuerzos, comidas, sábanas limpias y hogares listos para recibir a la parte de la familia que buscaba el sustento honradamente.
A la izquierda, cuando cruzas la línea del ferrocarril...
   Sabían tender la mano a cualquier hora, dar una pastilla para la fiebre, un jarabe para la tos, un cocimiento para un dolor de estómago.
  Ya no hay fiestas ni cuando inicia ni cuando concluye…ya no hay zafras. Desde hace tiempo políticas gubernamentales, erradas o no, decidieron parar el corazón de aquel Batey próspero y dulce.
Las torres calladas...
    Todo ser humano que llega hoy al Central España siente que la fábrica está ahí, pero el sitio vacío…
    La mole de hierro que queda en pie, rememora cada uno de los buenos y  malos momentos de sus cientos de años de utilidad y bien social.
Lo que queda del Central España Republicana
   Tal vez, en silencio, espere por alguien que venga, y se “plante” dispuesto a escribir su historia.



                  (Otras personas, que viven fuera de la Isla, cuando lo visitan, lamentablemente lo ven de esta manera)

2 comentarios:

  1. Muy bonita cronica ,muy interesante....Yo recuerdo esa historia.. y tambien a Primavera y Flor de Mayo,estaban muy cerca de mi,mi familia y mi corazon...y si todo funcionaba porque lo destruyeron ?

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  2. ja,ja ja,no pierdo mas el tiempo.
    Maria Teresa Olivera Hernandez...

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