viernes, 25 de noviembre de 2011

El joven estudiante de medicina


  
  Carlos Verdugo no estaba presente aquel fatídico día de 1871 cuando las autoridades españolas consideraron que 45 estudiantes del primer año de medicina profanaron el sepulcro del periodista español Gonzalo de Castañón.
  Tampoco lo estaba en el momento en que sacaron el sorteo para castigar, nada más y nada menos que con la muerte, a ocho entre los 45.
  Carlos Verdugo era el último nombre de esa lista…inocente por partida doble, no había violado la tumba y se encontraba en esta ciudad de Matanzas.


  La vida fue cegada apenas cuando iniciaba su carrera para aprender a sanar almas.
  El crimen del 27 de noviembre, hace 140 años, quedó para los anales como uno de los más horrendos cometidos contra cubanos por la metrópoli española en la Isla.
  En esta fecha año tras año a los que estudian medicina se le suman alumnos de otras universidades y niveles de enseñanza y toda Cuba es tomada en sus calles por batas blancas, camisas y blusas multicolores que salen a honrar la memoria de aquellos inocentes que no tuvieron hasta dos meses después de muertos el derecho de una tumba decente.
  Ahora veo su rostro joven en una foto de la época, en ella Carlos Verdugo sonríe, no tenía idea del futuro. Contaba con sólo 17 años…
  No tuvo tiempo para conocer que uno de los personajes que alentó el furor de los voluntarios, luego llegó a confesar que durante aquellos sucesos "nadie se ocupó de averiguar la verdad de los hechos".
  Años después, un hijo de Gonzalo Castañón, reconoció el sepulcro de su padre y declaró públicamente que no tenía señal de haber sido abierto o profanado.
  Muestra fehaciente de lo que puede la injusticia.

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