jueves, 29 de agosto de 2013

Tata Marina



A la izquiera mi madre, sentada la tía Onelia, a la derecha Tata Marina
, eran jóvenes y lindas


  Pareciera verla con la sonrisa iluminada y colocándose las manos en la cabeza cuando  advertía su presencia y lo primero que hacía la niña era encaramarse en sus tacones…
Bárbara María no desaprovechaba oportunidades, en el closet del último cuarto aparecían ordenados y multicolores; pero ella prefería unos de madera, que según presumía eran utilizados para las tardes en la casa de la playa…
  Altos zapatos y carteras, eran juguetes preferidos cada vez que iba con su madre a aquella espaciosa casa. Cuan disfraces perfectos combinaba con peinados y vestidos que sacaba también del closet. Frente al espejo a veces era una maestra, de fino verbo y rebuscadas palabras; otras una bailarina, actriz o la muchacha de la esquina que salía al anochecer a ver una película con el novio…
  Manejaba los tacones de manera perfecta, fue tal vez empecinado entrenamiento que le acompaña hasta hoy cuando disfruta sentirse seis o siete centímetros por encima de su estatura, para nada esbelta…
  La dueña de esos tacones se ha ido, el tiempo se detuvo.  La dueña de los tacones se llevó la sonrisa encendida.
  La niña, que ya no lo es, seguirá escuchando la algarabía que trascendía ventanales cuando todos estaban reunidos en torno a los mejores pasteles del mundo mientras se contoneaba en tacones.
  Tata Marina, ahora mismo me mira sonriente desde una fotografía.

2 comentarios:

  1. Linda foto de época. Un abrazo, Bárbara.

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  2. Esa niña, que ya no sos, atesora el pasado que regresará sobre tacones cada vez que recuerde a su querida Tata Marina.

    Lamento esa pérdida.

    Un abrazo Bárbara.

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