Después de 16 largos años, el sueño acariciado por los
habitantes de mi ciudad se hizo realidad. La Sala White reabrió sus puertas con
un concierto de lujo.
El maestro Frank Fernández con la Orquesta Sinfónica de
Matanzas (OSM) dirigida por Enrique Pérez Mesa, dejaron escuchar La Bella
Cubana de José White ante un público expectante que ovacionó la pieza y recibió
la entrega toda de los jóvenes músicos de la agrupación institucionalizada en
el año 1962.
Fue mágica la noche! Lo dijo el maestro Frank Fernández
quien hizo de La Comparsa de Lecuona un himno de cubanía, que regaló el Tema
del amor, de la Gran Rebelión “para los que se confundieron y pensaron que yo
quería protagonismo. Aquí el protagonismo es de la cultura cubana y de la OSM,
excelente”
A Pérez Mesa, se le vio
feliz y sonriente cada vez que la Orquesta regalaba y recibía energía.
Morzart es aparte. El
concierto para piano número 23 se escuchó optimista y melancólico, contradicciones
que el vienés hizo notorias en su obra toda, y esta escrita en el año 1786 no
escapa tampoco de los saltos grandes y el apasionamiento en algunos de sus
movimientos. El maestro Fernández siempre que interpreta a Mozart lo hace suyo, y la noche del 28 de
enero lo reafirmó con creces.
Palmas para los jóvenes músicos, fagotes, trompas y cuerdas.
El promedio de edad de los integrantes de la OSM no supera los 25 años. La
mayoría egresados del sistema de enseñanza artística de Cuba, futuro asegurado
para la música sinfónica.
La magia que envuelve al otrora Liceo Artístico y Literario
de Matanzas, sitio donde proliferaba el arte, y estuvieron Bonifacio Byrne, José
Fornaris, el naturalista Felipe Poey, Miguel Faílde estrenó Las alturas de
Simpson, Lola Cruz era anfitriona de los
Juegos Florales, y a donde llegó Gertrudis Gómez de Avellaneda en un noviembre
del siglo XIX, contagia hasta hoy.
Con la reapertura de esta institución cultural, que
trasciende la urbe de ríos y puentes, gana la cultura cubana, el público
matancero ávido de propuestas inteligentes, la OSM que recupera su sede y esos
músicos brillantes que tendrán la posibilidad real de superarse en cada
presentación.
La Sala White, frente al céntrico Parque de La Libertad, inmueble
patrimonial, se levanta en una mezcla de arquitectura colonial y la
contemporaneidad que le imprimen los murales y piezas del artista Sergio Roque.
Luego de casi 16 años vuelve a abrir puertas en una jornada de conciertos que
se extenderá hasta el cinco de marzo venidero.
Corresponde al consejo asesor asegurarse que las propuestas
artísticas se correspondan con la fastuosidad del lugar y no dejar espacios
para la banalidad y el mal gusto, es la mejor manera de honrar su nombre.
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