(todas fotos tomadas de Internet) |
(entrevista original realizada al estelar pelotero cubano Frederich Cepeda)
- Hey Cepeda, soy de la prensa, me interesa entrevistarte...
- Está bien, de acuerdo, puede ser en el hotel después de
las seis de la tarde... El diálogo
breve transcurrió en el estadio Victoria de Girón de Matanzas, a unos 100 kilómetros al
este de La Habana ,
durante uno de los juegos de pelota entre los equipos de Sancti Spíritus y
Matanzas, en la actual Serie Nacional de Béisbol.
Literalmente el sol
rajaba las piedras, y el número 24 del equipo Cuba, respondió mientras esperaba
su turno al bate, empapado en sudor, en aquel juego donde Los Gallos “picaron”
a los Cocodrilos.
Al hotel Canimao, en
la periferia de la urbe de ríos y puentes, no llegué puntual; pero Cepeda me
estaba esperando.
Más que una formal
entrevista, conversamos buena parte de la noche como dos profesionales de la
comunicación, porque este pelotero tiene dotes de buen comunicador.
Con 32 años de edad,
16 Series Nacionales y una década ininterrumpida vistiendo el traje de las
cuatro letras rojas, el jardinero izquierdo habló despacio:
“La pelota es mi
pasión. Amo este deporte y debo todo lo que he logrado a mi padre Pablo Cepeda.
Con el respeto a todos los entrenadores; pero mi padre es mi mejor entrenador.
“Siempre hay que
estar ejercitando el cuerpo, perfeccionando todo lo relacionado con la técnica
a la hora de batear. A veces creo que me paso un poco; pero este deporte en
equipo exige al atleta un alto nivel de entrenamiento y sacrificio.
“Fue mi padre quien
me enseñó a batear a las dos manos. Todo el trabajo de bateo se relaciona con
los reflejos, hay que hacer repeticiones y más repeticiones.
“Yo soy derecho.
Muchas personas me decían que era difícil aprender a la zurda, me empeñé”...
El joven oriundo de
la ciudad de Sancti Spíritus gesticula poco para hablar y mira a los ojos
mientras expone, con pasión, sus vivencias.
“Cuando repaso los
momentos más importantes de mi carrera, pienso en aquel día en que llegamos a
discutir la final de la
Serie Nacional , luego integrar el equipo Cuba y lograr el
título olímpico.
“Lo más grande fue
llegar al I Clásico Mundial de Béisbol junto a las figuras emblemáticas del
país, competir con excelentes equipos y alcanzar el segundo lugar. Medir
fuerzas a ese alto nivel del béisbol en el mundo y saber que podemos, eso no
tiene precio. Uno se siente feliz cuando ofrece al pueblo un lindo espectáculo,
porque todo el mundo está esperando lo mejor...”
Cepeda se emociona
cuando evoca esos momentos, y recuerda cuánto hay que prepararse.
“El trabajo diario
propicia el resultado final. En el deporte
colectivo todos en el equipo luchan y se esfuerzan, el béisbol es el
deporte nacional en Cuba, existen
aficionados, fanáticos, es una
verdadera efusión y a veces no entienden.
“La pelota de
nuestro país es una potencia mundial, pero el resto de las naciones también se
preparan y fuerte. Ahí están los japoneses, los brasileños que dejaron fuera
del Clásico al equipo de Panamá. Los verdaderos números los dice el juego en el
terreno. Todos somos seres humanos.
“Cuando uno sale al
diamante siente la presión; pero la mayor satisfacción, el mejor regalo es
cuando la gente te aplaude, te saluda por la calle, los niños quieren imitar en
sus juegos al pelotero favorito”.
Desde los seis años
de edad Frederich Cepeda tiene un bate en la mano, o en las dos, en su carrera
como atleta ha pasado momentos de gloria y otros no tanto; como ser humano
común confiesa un poco de timidez, incluso cuando llega al cajón de bateo y
algún fanático desde las gradas grita cualquier disparate.
Con admiración habla
de peloteros referentes en su carrera como Lourdes Gourriel, Omar Linares,
Antonio Pacheco, Orestes Kindelán, inspiradores de otros muchos deportistas no
solo en Cuba.
A Cepeda le gusta
escuchar música, compartir en familia y bailar como buen cubano. Con alegría
muestra la foto de su niño de cuatro años, quien todavía no se decide a seguir
los pasos de su padre.
El mayor reto es
asistir al III Clásico Mundial del Béisbol, y defender con el corazón el nombre
de Cuba.
“Nuestro pensamiento
es ganar y ganar. Es lo que queremos y para ello nos preparamos”.
Casi cómplice,
expresa que durante mucho tiempo pensó que el peor momento de su vida fue aquel
día en que Sancti Spíritus discutía la final con Holguín y Oscar Gil lo
ponchó.. Después de reflexionar de que en el deporte se gana o se pierde,
considera que el peor momento de su vida será el día en que deje de jugar a la
pelota.
Nos despedimos
sonriendo, luego de soslayar dos o tres preguntas, de esas que los expertos en
mi profesión denominan “incómodas”.
Con impecable
caballerosidad y para reafirmar que es Frederich Cepeda, me dio, en vez de una,
las dos manos.
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